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SOLIDARIDAD EN EL PEAJE CON CONDUCTORA EN APUROS

La Opinión A Coruña

SOLIDARIDAD EN EL PEAJE CON CONDUCTORA EN APUROS

A los europeos, también a los periodistas, nos cuesta mucho entender la política norteamericana. Con toda naturalidad comparamos la UE con Estados Unidos pero no transferimos las enormes diferencias internas entre los europeos a la escala de ese enorme país. Las distancias físicas y cognitivas entre, por ejemplo, las dos costas son tan grandes como las que puede haber entre Reikiavik y Estepona. A esta miopía se suma la distrofia de muchos articulistas que meten en un mismo texto hechos de la política internacional que no comparten ningún contexto. Evidentemente que hay conexiones entre Trump, Meloni y Orbán. Pero no son una sola cosa. Este sesgo es especialmente relevante cuando llegan las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Confundimos el electorado de aquel inmenso país con los protagonistas de las series ubicadas en Nueva York o en Los Ángeles. El resto del territorio son catetos que salen en las road movies y que periódicamente se equivocan y votan, por ignorancia, a tipos impresentables como Nixon, Reagan, los Bush o Trump, que ha convertido a todos sus antecesores en arcángeles. El resultado de este cóctel es que repetimos una y otras vez las maldades de Trump y las plagas que nos caerán encima, pero no sabemos responder a una pregunta como esta: ¿ por qué los norteamericanos votan a Trump si tanto les va a perjudicar? ¿ Qué tiene que pasar para que Kamala Harris obre el milagro y dentro de una semana entre en la Casa Blanca? Los lectores europeos no están llamados a las urnas, de nada sirve convencerlos de que el candidato republicano es malo, malísimo. Lo que necesitan es entender por qué puede llegar a ser de nuevo presidente. Obviamos cosas tan evidentes como que su tirria al multilateralismo pone en riesgo las ayudas a Ucrania, pero también a Israel. A Trump le votan los machistas, los puteros o los meapilas pero también los que piensan que no tienen que pagar siempre la fiesta. Mi nieto me pregunta qué significa significar. Se trata de una consulta diabólica, pues su mera enunciación implica que conoce la respuesta o que la intuye oscuramente. Yo, después de haberme pasado media vida buscando significados como el que busca petróleo, también la intuyo oscuramente, solo oscuramente. En su literalidad, significar quiere decir establecer nexos entre un signo y el objeto que representa. - Por ejemplo — le digo—, cuando yo pronuncio la palabra hámster, tú piensas en un animalillo de cuatro patas como la mascota que tuviste hasta la semana pasada. - Y que murió — añade él. Me maldigo por haber acudido a ese ejemplo. Temo que ahora me pregunte por el significado de morir. Ni yo mismo sé a ciencia cierta qué rayos significa morir. He experimentado el agujero existencial que deja la muerte entre los que sobrevivimos, pero no estoy seguro de lo que entraña para el que se va. ¿ Qué piensa la gente en el acto de marcharse? ¿ Por qué, si, como dicen los curas, se trata de una liberación, nos cuesta tanto abrazarla? Por fortuna, el crío no va más allá. Soy yo el que, temiendo que la lección haya sido insuficiente, insisto: - A veces — le digo ahora— , las palabras no significan cosas que se puedan tocar, sino sentimientos. Cuando tú estás triste, no puedes tocar la tristeza. - Ayer estuve triste todo el día — dice él. ¿ A quién no le ha pasado, en tiempos de bizums y pago con tarjeta encontrarse sin una sola moneda en los bolsillos? Le ocurrió esta semana a una conductora, vieja conocida de las cabinas de peaje de la AP- 9 y usuaria semanal de la ruta Malpica- A Coruña, que se dio cuenta, cuando ya había llegado a la barrera, de que se había dejado la cartera en ca - ¿ Y pudiste acariciar la tristeza como acariciabas al hámster? — le pregunto al tiempo de detestarme por sacar a relucir otra vez al animal. - No — dice él— Pero ¿ qué significa estar triste? Dios mío, ¿ cómo se lo explico? ¿ Le digo que se trata de una emoción relacionada con alguna pérdida o con un sentimiento de vacío, quizá con el malestar de no hallarle sentido a la vida? ¿ O le digo que significa que uno está bajo de ciertas sustancias llamadas neurotransmisores? Las dos cosas son ciertas, pero no sabría cómo conectarlas e ignoro en qué orden se producen. Por fortuna, en ese momento llaman a la puerta y es su padre que viene a recogerle. Cuando se va, me pregunto qué significa querer significar. sa. Todavía no le había dado tiempo a pensar un plan B cuando Charo, cobradora del peaje de Arteixo, sufragó las tasas de la conductora en apuros e incluso le prestó efectivo para que pudiese continuar su camino. Un préstamo que ya ha sido devuelto y que pone una nota optimista y solidaria a una sociedad que tiende cada vez más al individualismo. En este país va haciendo falta una cátedra de higiene política en todas las universidades. Y no solo en este país: los escándalos en distintos gobiernos están a la orden del día en todos los puntos cardinales del planeta. Incluso en la que pasa por ser una de las democracias más estables del mundo, se presenta a las presidenciales un tipo con unos cuantos asuntos judiciales pendientes. ¿ Es de fiar un personaje como Trump, portavoz de una retórica venenosa, paladín de los bulos y de medidas que entroncan con los peores hábitos del fascismo? Mala noticia para el mundo si es reelegido presidente de Estados Unidos alguien incapaz de aceptar una derrota, que cuestiona la separación de poderes, que asegura que se comportará como un dictador. De regreso al territorio patrio, cabe reflexionar que la corrupción política se perpetúa, independientemente de quién gobierne, sea de izquierdas o de derechas. Los escándalos se suceden en distintas legislaturas. El PSOE tuvo que lidiar con los GAL y con Juan Guerra; el PP, con la caja B de Bárcenas y los chanchullos de los Camps y los Zaplanas. El sanchismo, que es el socialismo que abandonó la socialdemocracia, carga con los bugres de Tito Berni y ahora con el caso Koldo, que en unos días podría cambiar de apellido y denominarse caso Ábalos. El asunto Errejón salpica ahora a la izquierda más radical, incapaz de predicar con el ejemplo. Ahora sabemos en qué consistía tomar el cielo por asalto: en saltarse las obligaciones con el fisco, como Monedero, o en defender vivienda para todos desde un chalé de ricos en Galapagar. Para cientos de miles de votantes de lo que fue Podemos y se quedó en Sumar, la decepción es proporcional a las expectativas. Bendita ejemplaridad postiza. Por otra parte, en la era de las redes sociales, los políticos han de tener cuidado con quién se fotografían. Y esto vale tanto para Sánchez como para Feijóo y sus amistades peligrosas. Seguir leyendo

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